Estoy más allá, de la puerta cerrada y la espera pacífica.
Aunque no grite, también estoy luchando.
Porque yo te quiero por muchas más razones que los otros,
y no necesito que llegues, que invadas,
que acompañes...
Todo eso de que podés entrar para que sigan vivos
los recuerdos que de por sí ya te perdieron...
toda esa magia ausente.
Yo soy la primera que entiende eso de quererte
sabiéndote distante y concluido.
Yo, que me sé las cicatrices
y el formato secreto de todos tus gemidos,
la dicha indispensable, el número de teléfono,
y de escalones.
Yo que lo sé todo,
que te entiendo,
sigo escribiéndote lo mismo cada día.
Y en el repetido intento por traerte acá, más cerca,
voy descubriendo
que mi intención tiene un motor cualquiera,
como una carta de amor sin remitente.